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Voto, elecciones y política


El proceso de elegir a nuestros gobernantes, mediante el voto y el ver a mujeres compitiendo por posiciones en igualdad a los hombres, no ocurre en un escenario vacío de luchas, por lo que no debemos verlo como algo normal, sino que debemos educarnos y conocer a profundidad de esas batallas realizadas por varias mujeres valientes que nos antecedieron. En ocasiones escuchamos y vemos los nombres de luchadoras como Ana Roqué de Duprey, Trina Padilla de Sanz y varias otras, pero desconocemos los detalles de su gran voluntad para vencer los muros de la tradicional exclusión de las mujeres en los procesos importantes para el desarrollo de nuestro país.


En mi novela, Flotaba sobre sus sueños, que está en proceso de publicación, quise incluir como introducción, parte de esa historia de luchas por la igualdad de derechos de la mujer en Puerto Rico. En la actualidad damos como normal y por hecho el que todas las mujeres contamos con oportunidades para la educación, en igualdad de condiciones con los hombres, pero eso no fue siempre así. Fue dura y difícil la lucha para lograr el que se incluyera a la mujer en los procesos políticos de nuestro país, siendo la falta de oportunidades de educación el mayor inconveniente para lograrlo, ya que uno de los requisitos para poder disfrutar del derecho al voto, era que supiera leer y escribir. La mujer, a finales del siglo pasado y a principios de este siglo carecía de medios para recibir educación básica, lo que limitaba sus oportunidades de participación en los procesos eleccionarios. Hubo un proceso de intensas luchas para lograr el derecho a la educación para hacer posible el derecho al voto de la mujer, del que hoy disfrutamos, como parte del proceso político en Puerto Rico.


Fue a partir del año 1860 que se fundaron varias instituciones educativas para la mujer: el Colegio Asilo San Ildefonso, el Colegio de las Madres de Sagrado Corazón y la Asociación de Damas para la instrucción de la mujer, pero en esos intentos no se reconocían los derechos políticos de la mujer. La valentía de mujeres como Ana Roqué de Duprey, maestra y escritora, natural del pueblo de Aguadilla, quien fundó en el 1894 el periódico de corte feminista, La Mujer, con la intención de continuar la lucha para ampliar los derechos de la mujer, intensificaron sus reclamos, para lograr mayor oportunidad de educación para la mujer y así viabilizar el derecho al voto.


En el 1896, en un movimiento estratégico, se registraron las primeras manifestaciones para promover el derecho al voto. El respaldo obtenido por parte de políticos e intelectuales como Salvador Brau, Alejandro Tapia y Rivera y Eugenio María de Hostos, estaba condicionado a que las mujeres que aprendieran a leer y a escribir para obtener el derecho al voto, no dejaran de ser amas de casa y de criar a sus hijos.


Esa lucha iniciada en el 1896, se extendió hasta el 1929, cuando se otorgó el derecho al voto las mujeres mayores de 21 años, pero que supieran leer y escribir. Gracias a las intensas luchas de mujeres valientes y firmes como Ramona Delgado Otero, Ana Roqué de Duprey, María Luisa Arcelay y Trina Padilla de Sanz, se otorgó el voto universal en el año 1935.

Ellas abrieron el camino que aún no termina porque en el presente, continua la lucha por la equidad y justicia plena para las mujeres de Puerto Rico.

Aunque algo se ha logrado avanzar en esa lucha por la igualdad de derechos, la mayoría de las posiciones importantes de mando, tanto en la industria privada como en el gobierno y la política, siguen siendo dominadas por el hombre y cuando las ocupa una mujer, no recibe igualdad en la paga por el mismo trabajo. Falta mucho por hacer para lograr la igualdad de género y vencer los inconvenientes provocados por unos modelos educativos de inferioridad ante el hombre. Nuestra herencia cultural es uno de los grandes muros a derribar para lograr culminar la lucha que sigue vigente a pesar de todo lo que se ha logrado. Es importante aprovechemos las ventajas que hoy tenemos de educarnos mejor a través de los medios de comunicación, las redes sociales y las organizaciones sin fines de lucro que defienden los derechos de la mujer para que seamos parte de esa lucha, hasta lograr ser visibles e importantes dentro de nuestro sistema político y social. Ejerce tu derecho al voto, no por fanatismo y tradición, sino por conocimiento y convicción de que eliges a los mejores candidatos para defender tus derechos con empatía y sensibilidad. Según dijo Martin Luther King: “Necesitamos líderes que no estén enamorados del dinero, sino de la justicia, que no estén enamorados de la publicidad, sino de la humanidad”.


 


Ana Delgado Ramos,

Poeta, escritora y motivadora

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