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La Vulnerabilidad colectiva nos llevará tarde o temprano a la implosión.

Por Elsie Picott

Hoy más que nunca la empatía se ha convertido en un sentir colectivo. No importa si vives en los Emiratos Árabes o en el barrio más pobre de Haití, los avatares producto de la ambición y ansías de control de unos pocos han logrado lo imposible, equiparar las cargas.


Transcurrida la primera mitad del año dos mil veintiuno, la pandemia producto del SARS-CoV-2 sigue cobrando tributo a propios y extraños, acabando con la vida de miles de personas y dejando a muchas más con secuelas. Y si a esto le sumamos los desastres naturales que ocurren como consecuencia del cambio climático/ efecto invernadero, el avance del totalitarismo y la aniquilación de la familia como base de la sociedad, cualquiera diría que el apocalipsis se encuentra ~a la vuelta de la esquina~.


Sin embargo, esta serie de eventos desafortunados ha detonado otra hecatombe de mayor envergadura; millones de personas han *implosionado* , es decir, se han roto hacia adentro y han tenido que agarrar esos pedacitos y desde la desnudez de la vulnerabilidad más absoluta, comenzar a armar el rompecabezas.


Yo soy una de ellas y el punto de quiebre fue mi madre.


Una mujer portentosa que levantó una familia, impulsó a su pareja y cuidó a su familia con ferocidad demoníaca y delicadeza extrema, sucumbió a la Covid-19 y las secuelas neurologicas que ella produce. Si bien, tal como lo describe F.J Carod-Artal en su artículo "Complicaciones neurologicas por Coronavirus y Covid-19, al cual cito: "Factores virales (mutaciones en genes específicos que aumentan la virulencia del SARS-CoV-2) y factores asociados al huésped (edad avanzada, comorbilidades, inmunosupresión), así como la interacción entre el virus y el huésped, son las condiciones adecuadas que pueden explicar el diferente nivel de neurotropismo, invasión del SNC y neurovirulencia del SARS-CoV-2 en el ser humano. La incidencia real de las complicaciones neurológicas y su tipo de gravedad son inciertos".


Palabras más, palabras menos, el autor, al igual que otros galenos desde sus experticias, expresan que, a la fecha, es imposible dilucidar el alcance de la enfermedad; de allí que esta vulnerabilidad colectiva nos llevará tarde o temprano a la implosión.


Todos navegamos las mismas aguas turbulentas, y creo que el que chapotea y se aferra a un trozo de madera podría salvar al pasajero del transatlántico que se siente a salvo mirando a través de la ventanilla de su camarote.


Amado Nervo escribió: "Todas las cosas llegan, le hacen a uno daño y luego se van"



Mi nombre es Elsie Picott, soy médico cirujano especialista en anatomía patológica, docente universitaria, activista y defensora de los DDHH y escritora.



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