Instrucciones para volar
A Carmen Zeta
despiertas
antes de llegar al último sueño
te retiras lentamente las máscaras
dolerá la piel por el paso de la costumbre
y tus ojos gritarán
ante el deslumbrante brillo del origen
te desnudas del exceso de equipaje
desintegrando el tiempo perdido
hasta descubrir que eres otra persona
ese personaje favorito de la infancia
que vencía el llanto a fuerza de abrazos
eres ya astronauta poeta veterinaria
aquella niña de invencibles carcajadas
con su capa color violeta junto a sus gatitos
que descubría el sonido de la vida
secreto que arrojó embotellado al mar,
mientras, sonámbula, volaba nuevos mundos
y empoderada vencía al monstro del armario
aún no te duermas
se acerca el último sueño
sin disfraces, te miras al espejo
una nostalgia ya canosa y cansada huye
y tu lágrima de ella siluetea sonrisas
para, desnuda, aprender a llorar mejor
como dulce de lluvia color arcoíris
hasta parir una carcajada liberadora
finalmente, sí fuiste la superhéroe
que soñó aquella niña tímida
que habitaba en su solitario aposento
de cuentos infinitos y amigas imaginarias
mírate,
una y otra vez
eres esa niña que te toma de la mano
al otro lado del muro
hacia la memoria del corazón
a pesar del tiempo y sus marejadas recicladas
te bañas de nuevo salitre y polvo de cometas
solo así, encuentras aquella botella y sus mensajes
llenos de viajes y versos, son aquellas cartas
que escribirás junto a los obituarios para el perdón
para desandar los desatinos de la adultez,
al fin de cuentas, en ti
habitan las instrucciones para volar
Ana María Fuster Lavín
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