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¿Qué ves?


Quiero hacerte una pregunta. ¿Cuándo te miras al espejo, qué ves? Creo que es importantísimo que te lo cuestiones. Como Latinas, en mi caso Boricua, tenemos identidades raciales no tan evidentes como otras etnias. A algunas en el transcurso de sus vidas les enseñan a mirar su origen geográfico en lugar de su raza. Por ejemplo, ¿no puedo ser Mexicana, Boricua, Guatemalteca y ya? Es un proceso muy confuso por que nadie nos educa acerca de este tema, no lo hablamos ni lo interrogamos. Así que vamos, ¡mírate! Si tu respuesta es que no ves color y que todas somos “una raza”, es posible que te encuentres en una posición muy privilegiada.

Es cierto que nuestra apariencia, en algunos casos, no captura la complejidad de nuestra ascendencia. Pero he aquí uno de los puntos claves: la sociedad en la que nos movemos no nos interroga nuestra herencia racial no visible. Nos movemos en direcciones establecidas por nuestra apariencia. Es tema es para otro día, pero también te invito a recordar que América Latina tiene diversidad de pueblos originarios indígenas, colonizadores europeos y personas negras que fueron traídas a la fuerza. Cada cual tiene una ascendencia e historia particular, y no me refiero solo al país de donde viene tu familia, sino también a ti como persona.

Este camino de aceptar nuestra identidad racial, al igual que nuestro fenotipo o apariencia, es un camino largo, pero podemos y debemos empezar un paso a la vez. Considera la diferencia entre una persona visiblemente negra y una no visiblemente negra (que se presenta visiblemente blanca o indígena por ejemplo), es esencial reconocer que hay implicaciones históricas (centenarias) y sociales que han establecido el curso de nuestras vidas de acuerdo a nuestra ascendencia y a nuestra apariencia. Muchas veces no conocemos esta historia y hemos decidido aceptar sin resistencia la idea de una identidad racial mezclada. En estos tiempos retantes en que vivimos una de las herramientas más poderosas y revolucionarias que tenemos es aprender quiénes somos y no de lo que quieren decirnos que somos.

Yo soy una mujer Boricua, de múltiples razas, pero mayormente de raza blanca. Esto lo sé por que mi familia sabe cuando llegaron al archipiélago y de dónde vinieron (Portugal, España y Francia mayormente). Una persona cuya familia fue mayormente esclavizada, no tiene el mismo acceso a esta información.

Vivo en Atlanta, Georgia hace unos cinco años y ha quedado marcado durante conversaciones y experiencias que no soy blanca, soy Latina. Es importante enfatizar que la ciudad de Atlanta es posee una de relevancia histórica en cuanto al movimiento de derechos civiles de los Estados Unidos. Entre las personas locales que eran céntricas al movimiento se encontraban el Dr. Martin Luther King Jr., Andrew Young y John Lewis. Esta ciudad sureña que como muchas del sur fue por siglos un área donde la cantidad de personas esclavizadas alcanzaba los millones. Este proceso de arrebatar personas de sus países y traerles en condiciones inhumanas a hacer labores en contra de su voluntad hasta reconocer el derecho básico de ser tratadas como personas ha durado siglos. Podría parecer parte de un pasado lejano, pero fue un proceso muy lento y los efectos sistémicos de este pasado prevalecen a través del país. Por mencionar algunas repercusiones muy reales es importante mirar más allá en los sistemas como el sistema de cárceles, de vivienda, de educación y de salud por mencionar algunos. Nuestra experiencia personal a un lado, las cifras son muy claras en mostrar a quienes estos sistemas ponen en desventaja.

Con esta amalgama de experiencias al haberme criado como parte de la mayoría en Puerto Rico. Una mayoría de personas que nos vemos reflejadas en todas áreas, medios, educación, profesionales, una presencia y representación mayoritaria de personas visiblemente blancas. Experimenté el vivir con el privilegio de no ser marginada por mi color de piel, además de los privilegios atados a tener una familia, como muchas en Puerto Rico, que se beneficiaron de obtener terrenos por virtud de su origen. Te invito a conocer más acerca de la cédula de gracias del 1815. De esta realidad de una arquitectura mental de no cuestionar mi raza o etnicidad a una realidad que contrasta con la de convertirme en minoría étnica al venir a Atlanta. Esto aún no significa que vivo la experiencia de ninguna persona negra (Afro-latine, Afro Americana o de la diáspora). Puede ser instinto pensar “yo también sufro racismo como persona Latine, tengo muchas experiencias vividas, ¡hay mucha injusticia en contra de los Latinas sin importar su apariencia!”. Aunque esto pueda ser cierto, nosotras escogemos como solidarizarnos.

Esta realidad no es exclusiva de Estados Unidos. Puede ser confuso para algunos sectores de la población descubrir que quienes nos rodean han tenido experiencias de vida diferentes. Dentro de estas experiencias, la experiencia vivida de las personas visiblemente negras a causa de las realidades históricas y presentes no debe intentarse comparar con las experiencias de personas Latines visiblemente indígenas o blancas. Es mi deber como mujer Boricua, Latinoamericana, multiracial y visiblemente blanca entender e indagar qué significa el colorismo, qué privilegios me ha dado mi color de piel, y cómo me hago presente en los espacios que habito asumiendo la responsabilidad que me toca por los privilegios no ganados que mi apariencia me brinda.

Quiero extenderte la invitación a que reflexionemos ¿De qué nos vamos a responsabilizar en estos días? ¿Vamos a ceder a la vulnerabilidad de aceptar qué hay cosas que estamos todas aprendiendo? Anímate, un paso a la vez. Incluyo una lista de recursos, tanto en Español como en Inglés, para que te lances a aprender lo que la sociedad ha sido hábil en invisibilizar.

¿Cuál es mi apariencia? ¿Tengo el privilegio de saber a través de mi familia mi herencia racial? ¿Qué conozco de la historia de la población negra en mi país de origen y en los Estados Unidos? ¿Quién se beneficia de que yo no conozca esta información, cómo y por qué? ¿Cómo me siento como persona acerca de la negritud? ¿Qué estoy dispuesta a perder al reconocer mis privilegios?

Ante todo, también recordemos que este tiempo es para amplificar las voces que han sido silenciadas, no las nuestras. Es tiempo de aprender con humildad y no centrarnos o cerrarnos cuando nos encontramos en un momento de aprendizaje.

Este inicio de indagar y reflexionar el próximo paso es continuar educándonos y aprender acerca de el anti-racismo. Accede una lista de recursos y causas para aprender y apoyar aquí.

 

Acerca de la autora:

Lola Rodríguez Vargas es Jayuyana, nacida y criada en Puerto Rico. Actualmente cursa estudios doctorales en Ciencias del Comportamiento enfocado en Educación Superior, o Educación Universitaria en la universidad de Azusa Pacific University. Labora como coordinadora de retención en Georgia State University en Atlanta, Georgia en la cual se enfoca en avanzar la educación de estudiantes Latines a nivel universitario a través de la oficina de Latinx Student Services and Outreach.

Instagram: @lolarova

LinkedIn: Lola Rodríguez Vargas

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