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Hice historia después de mis viajes


Siempre me ha gustado viajar con equipaje ligero, no hablo solo de la ropa, hablo también de las emociones, aunque no siempre lo haya logrado. No suelo despedirme de los lugares y personas que dejo, prefiero decirles hasta luego, es una forma de lidiar con las despedidas, que poco me gustan, me encanta la idea de imaginar que los lugares que visito y las personas que conozco se quedan en mi vida para siempre. He tenido muchos viajes en 30 años, todos acompañados de personas maravillosas y emociones arrolladoras.

Mi primer viaje fue a la tierra, específicamente a Valencia-Venezuela, de donde es mi cuerpo, pues mi alma la considero aun sin destino final. Mis compañeros fueron por supuesto mis padres, las emociones de ese momento fueron la alegría, el amor y la esperanza, o por lo menos eso me ha contado hoy mi papá, este primer viaje transcurrió de una forma digamos “tradicional”, sin mucha relevancia o novedad, puesto que mis padres solían trabajar arduo y las vacaciones eran esporádicas, suerte que tenía un compañero de aventuras, mi hermano menor.

Mi segundo viaje fue a la Colonia Tovar, un pueblito alemán pequeño y pintoresco, en las montañas de Aragua, Venezuela, con gente muy trabajadora, amable y generosa, fue un año de vivir al límite para mí, vaya aventura, tenía 15 años, para mis compañeros de este viaje, mi madre y mi hermano menor, fue un año sabático retador que nos hizo un trío poderoso, nos adaptamos a las circunstancias y descubrimos de qué estábamos hechos.

Mi tercer destino fue una ciudad caóticamente estremecedora, un lugar soñado, muchos lo catalogan como “gris”, a mi particularmente me pintó la vida de colores a mis 24 años, aún en los días lluviosos, que fueron muchos, Londres siempre me sorprendía, era una montaña rusa de emociones constante, son tantas las memorias de los lugares, las personas, los sabores, los olores… En este viaje tuve una compañera muy especial, mi tía, ella me recibió en su hogar, fue mío también por unos cuantos meses. Este viaje significaba para mí una pausa, tiempo para mí, demostrarme que era independiente. Enseñé a mi tía a ser mamá, ella me enseñó a ser una hija responsable, yo le mostré lo bonito de la vida, ella me desafió para ser consciente, crecimos juntas, aprendimos la una de la otra. Esta experiencia me preparó para un siguiente viaje, sin retorno.

“Este viaje significaba para mí una pausa, tiempo para mí, demostrarme que era independiente”

Panamá es mi última parada por ahora y ha sido la más trascendental. Yo estaba en la búsqueda de un nuevo destino y una de mis mejores amigas, creo que la que mejor me conoce, me habló de una oportunidad en Panamá, al mes siguiente estaba aterrizando en estas tierras, sin tener muy claro el panorama pero con el objetivo cumplido. Empezó entonces este viaje con la ilusión de lo novedoso, reencuentros con conocidos que se volvieron amigos y encuentros con desconocidos que se volvieron mi familia.

El primer año fue de reinvención en un trabajo que no era nuevo para mí, comprensión de la cultura local y conocerme, puesto que era mi primera vez estando a solas conmigo. Este viaje en principio era el viaje que finalmente haría sola, o por lo menos eso creía yo. El segundo año, al irse la novedad, me sentí completamente perdida, ¡Que aterrador es estar solo! Eso pensaba, pero no le tenía miedo a estar sola realmente, le tenía miedo a estar conmigo, los últimos 26 años había estado siempre acompañada, consentida, entretenida.

“No le tenía miedo a estar sola realmente, le tenía miedo a estar conmigo”

Entonces surge un encuentro causal, no creo en casualidades, con una conocida que ahora es amiga que me compartió su experiencia de un proceso de coaching que estaba haciendo en ese momento, no comprendía del todo pero sí era muy notorio que la mujer que estaba parada frente a mí era completamente diferente a la que solía conocer, ella brillaba, estaba feliz, se sentía libre, y yo estaba añorando precisamente eso, dejar de perseguir la libertad en todos mis viajes y finalmente tenerla. Y me embarque en esta experiencia llamada coaching ontológico impulsada por la curiosidad y el deseo de un cambio radical y definitivo que le diera dirección, perspectiva y propósito a mi vida. Con lo que no contaba era con que este viaje me confrontaría con mis miedos, los que siempre estuvieron, miedo a ser yo, y los desconocidos por mí, miedo al compromiso amoroso y a fracasar como la madre en la que todavía no me convertía, es que ni pareja me creía capaz de tener. De este primer proceso surgió desde mi propia elección la mujer que quería ser Coach y la mujer que quería ser pareja, pero querer y desear no era suficiente.

“Estaba añorando precisamente eso, dejar de perseguir la libertad en todos mis viajes y finalmente tenerla”

Así que un día estando nuevamente muy agobiada por saber finalmente qué quería, pero no saber cómo llegar allí recibo una llamada, nuevamente de manera causal, de una amiga de coaching ontológico para recordarme de una invitación que me había hecho hace unos días a un programa de Coaching para Mujeres, si, otra amiga, y es importante saber escogerlas, honrarlas y reconocerlas, pero ese es tema de otro artículo. Ciertamente tenía ignorada la invitación pero dadas las circunstancias de ese momento, me sacudí un poco y me dispuse a asistir. En este segundo proceso de coaching, acompañada por mujeres con historias únicas y una coach excepcional aprendí a ser una esposa amorosa y atenta, por lo menos eso dice mi esposo, acepte ser madre protectora y vulnerable, con mucho miedo pero determinada a ser quien necesitara mi hija, vaya reto sublime y me aventuré a vivir mi pasión siendo formalmente lo que siempre fui tras bastidores, Coach.

“Me aventuré a vivir mi pasión siendo formalmente lo que siempre fui tras bastidores, Coach”

Me tomó un año y un poco más escoger el Coaching para Familias y Parejas como corriente dentro de las tantas que existen, y lo escogí porque de allí venimos todos, porque quiero con mi experiencia y conocimiento transformar a otras mujeres hacia su propósito, es lo menos que merecemos, solo así podemos vivir plenas y así me siento hoy.

 

Rosairene Hurtado.

Licenciada en Ciencias Gerenciales, Mención Logística.

Coach en formación para Familias y Parejas en Family and Coaching Academy.

Transformo mujeres desde la Familia y hacia su propósito de vida.

@rosairenehurtado

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