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Ahora se dice "murciégalo"


Creo que es bastante cierta la aseveración de que a muchos nos gusta ejercitarnos con música. En mi caso, me enchufo los audífonos, pongo Pandora y arranco a caminar por la urbanización como una loca despeinada y sorda por el volumen de la copla del momento. Las estaciones que adornan mi pantalla y me mueven el esqueleto son las de “Tropical Radio”, “Verano Urbano” y “Latin Workout Radio”. Señores, el otro día me ha salido esta belleza, joya de la poesía musical de nuestra era, esta era del reggaetón y del trapp, y les diré que por poco me da un vahido y me caigo en una cuneta. Aparentemente, la protagonista de la canción es una muchacha “callaíta, pero pa’l sexo es atrevida”. En adición, la chica se goza la vida “como es”, con marihuana y bebida. Chévere. El ritmito es de lo más pegajoso, pero la letra me prendió el biombo rojo éste que tengo en el cerebro. Con toda honestidad, no sé en qué momento se va a extinguir la intelectualidad en nuestro pueblo, pero les aseguro que va, más o menos, como un glaciar en el infierno.

De puritana no tengo ni el pellejo de una uña, pero me pregunto qué será de las impresionables niñas a las que estos galanes les regalan estas odas a la denigración de nuestro género. Me pregunto cuan hombres serán los niños que crecen aprendiendo que las mujeres son un trapo y que “chambeal”, “fumal” y “perreal” son la norma del día. Ni hablar del estrago que causan estos asesinos de la lengua española, reyes de la cadencia y el “flow”, por medio del ultraje a la lengua. Necesitamos un traductor de jerga trapera para entender como se comunica la juventud. Oiga, pierde uno la esperanza de un pueblo culto. Más aún, si tomamos en cuenta que la Real Academia de la Lengua Española aprobó el uso de las palabras “murciégalo” y “almóndiga”, nos empiezan los dolores de pecho. No, no me crea a mí; búsquelo, pero escriba ambas con acento, por favor, no sea disparatero. Me pone a pensar si aceptarán “chambear”, “pichando”, “yales” y, tal vez, hasta “íbanos” y “estábanos”.

Hay que fomentar la educación. Un pueblo sin educación no aporta, no crece, no florece. Hoy no hay balance ni estructura. Esta muchachería se embotella en varias horas una canción de trapp, pero pregúntenles qué es un adverbio, o de qué trata “La Carreta” o la tabla del siete. El hemisferio izquierdo del cerebro necesita estímulo. El intelecto de nuestros niños está inerte y hambriento. Hay que enseñar cultura, lenguaje. Hay que enseñar a pensar, a analizar, a percibir y a deducir para poder aportar soluciones y, de esa manera, contribuir al enriquecimiento de nuestra sociedad. Sí, se puede escuchar a Ozuna y conocer de literatura y de historia.

Me despido, que voy camino al supermercado y escucho al conejo malo enunciando la “EEE”. Los cristales y el volumen suben simultáneamente mientras intento disimular con el vecino del carro del lado- que crea que escucho a Cristian Castro. Por cierto, si algún día las invitan a la “suite del Marriott”, pregunten primero para qué. Según la lírica de una romántica canción urbana, se pueden llevar una sorpresa. ¡Hasta la próxima!

 

Doris Casasús

Madre, esposa, artista, escritora, poetisa, maestra, científica, chef, psicoterapeuta, doctora, veterinaria, taxista, plomera, electricista y sicaria; todo depende del problema del día.

Mayagüez PR

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