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Hombres apoderados

Resumen:

Cuatro puntos de apoderamiento de los hombres:

  1. La mujer define su apoderamiento.

  2. Olvida tus miedos.

  3. Comienza por ti mismo.

  4. Edúcate.

 

Las editoras de Mujeres con Visión me pidieron que escribiera algo relacionado al tema del mes, Apoderamiento, según aplica los hombres. Dije que sí porque el contacto con tantas mujeres maravillosas a través de esta revista me ha enseñado mucho sobre las relaciones entre hombres y mujeres, especialmente puertorriqueñxs. Así, segurito, me senté a escribir.

Lo primero que me vino a la mente fueron los múltiples ejemplos con los que podemos ilustrar las formas en que el hombre puede apoderarse en equidad con la mujer. Ahí hay mucha tela para cortar. Lo malo es la introducción al tema, donde me di en la cara con la ironía de tener siquiera que hablar de apoderamiento cuando es exactamente lo que los hombres han estado haciendo toda la historia vis a vis las mujeres. ¿Cómo rayos puedo decir que hay que apoderar hombres en una cultura como la nuestra? ¿No hemos tenido todo el poder todo el tiempo?

(Suelto el teclado y me largo. La cosa hay que pensarla mejor)

Ok, ya le di un poco más de cabeza. Ahora entiendo la trampa que me tendieron las editoras. Ellas me piden que haga el artículo porque saben que tendré que enfrentar fantasmas viejos y arraigados. Por más que me empeño en pensar que he madurado y crecido, que soy más equitativo, debo admitir que lo troglodita está afincáo bien adentro. Eso de apoderar hombres es algo contra intuitivo, un oxímoron inescapable. Para no volverme un ocho y meter las patas, mejor lo contextualizo.

Dejemos esto claro: tener poder no es igual a estar apoderados, aunque los hemos confundido todo el tiempo.

Apoderar es un término amplio. Como género, los hombres han estado apoderados desde los tiempos de María Castaña (juego de palabras intencionado). El apoderamiento de los hombres en las sociedades ha sido a costillas de las mujeres. Hasta los contados casos de apoderamiento de las mujeres en la historia han sido revelados bajo el manto del patriarcado y en función del mismo. Tenemos muchos ejemplos de este tipo de historias en los textos sagrados, en recuentos históricos antiguos y en la sucesión de leyendas que presentan momentos en que la mujer sirvió simplemente de comparsa al hombre con el poder. El problema de apoderamiento de la mujer, entonces, no está en la falta de ejemplos de actos apoderados de mujeres en toda nuestra historia, sino en la importancia que les hemos dado los hombres que la hemos escrito. Así, llegamos a nuestro primer punto de apoderamiento de los hombres:

  • Los hombres tenemos que aceptar que la historia de la mujer, de su apoderamiento, tiene que ser escrita y definida por la mujer. Aparte de echarnos a un lado en el asunto, debemos ser proactivos en despejar el camino. No basta con quedarse callados; es necesario fomentar que otras mujeres puedan escribir sus historias y que otros hombres también se salgan del medio.

Obviamente, es necesario abrir los espacios para que esas historias puedan darse. Eso es, quizás, lo más difícil. Para lograrlo, vayamos al segundo punto de apoderamiento de los hombres:

  • Olvidar el miedo. Superarlo. Los hombres actuamos como si la equidad de la mujer fuera una amenaza para nosotros. Ese es el status quo del mundo: una mujer fuerte equivale a un hombre débil. Sin entrar en aguas profundas con el machismo que se revela en tal forma de pensar, podemos adelantar que ese miedo es infundado. No hay nada en la equidad, en el apoderamiento de la mujer, que pueda representar una amenaza al hombre. Es más, la experiencia comprueba que en las comunidades donde las mujeres se apoderan TODOS se benefician. Es decir, el hombre obtiene beneficios de la mujer apoderada. Eso debe ser suficiente para convencernos.

Ahora bien, nosotros somos de los que nos gusta ver que alguien lo haga primero. Por más que hablemos de liderar, la realidad es que preferimos ver a otros haciendo las cosas antes de mojarnos los pies. Esa necesidad opera en contra nuestro, haciendo que los cambios tarden mucho o nunca se den. En una sociedad machista como la de Puerto Rico, lo último es lo más común. Nuestro tercer punto de apoderamiento para los hombres:

  • Comienza por ti mismo. La mejor forma de lograr un cambio y a veces la única forma, es empezando por nosotros mismos. Si queremos tener los beneficios de una mujer apoderada y mostrar que hemos avanzado, debemos tener el valor de generar el cambio nosotros. Eso es apoderarse.

Por último, debemos aceptar que no lo sabemos todo. Cuando de ser equitativos se trata, nuestra educación en la casa, en la escuela y en la sociedad no sirven para mucho. Por eso debemos aprender. Nuestro cuarto punto para el apoderamiento de los hombres:

  • Edúcate. Busca información sobre apoderamiento, sobre equidad, sobre la mujer. Pregunta a personas que sepan del tema o a organizaciones que buscan la equidad de géneros. No pienses que la iluminación te llegará del aire. Busca, aprende, practica, atrévete.

Hombres apoderados hacen mejores comunidades y mejores países. La equidad de la mujer es una realidad inescapable. Tenemos dos opciones: irnos a la trinchera y morir en ella, o montarnos proactivamente en el barco y ser parte de una nueva era social. Si elegimos la segunda, si nos apoderamos para la equidad, seremos más valiosos para nuestra sociedad. Educándonos, aceptando y actuando seremos agentes del cambio positivo que se avecina.

 

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