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Relato de una abogada en transición


Luego de 8 años como abogada litigante, en junio de 2017 cerré mi práctica y me trasladé al estado de la Florida. Mi esposo es maestro y obtuvo una oportunidad de trabajo que decidimos debía tomar. Esa coyuntura me dio la oportunidad que por años contemplé pero parecía imposible, dejar a un lado la profesión legal.

Ser abogada litigante de la práctica privada es cuesta arriba. Tener tu propia oficina aumenta exponencialmente el tiempo dedicado y los sacrificios que hacemos por nuestros clientes. Horas interminables en la oficina, tiempo limitado con la familia y buscar hasta debajo de las piedras maneras positivas de manejar el estrés, son algunos de los retos que enfrentamos día a día.

Sin embargo, el proceso de decidir qué hacer una vez me trasladara a los Estados Unidos fue uno turbulento. No podía imaginar mi vida inmediata sin el litigio, sin el honor que representa ser licenciada o sin ir al tribunal tres veces en semana como mínimo.

Un día decidí no ir a la oficina y terminé en el Balneario de Isla Verde. Pasé todo el día allí con el ruido de las olas, un día soleado, una vista espectacular, vino y arena por todos lados como mis únicos compañeros. Mientras caminaba por la orilla bajo el sol del mediodía me ví en diez años, en una biblioteca o librería, compartiendo mi pasión por los libros con otros.

A partir de ese momento, enero 2017, comencé el proceso de cerrar mi oficina. Cada vista, cada juicio, cada transacción, cada caso oficialmente cerrado y cada expediente entregado se sintió como un peso que me quitaba de los hombros. Sufrí, y aún sufro, el tener que decirle adiós a mis empleadas, compañeros abogados co litigantes y de parte adversa, jueces, alguaciles y otras personas con las que había establecido relaciones profesionales y en más de un caso, de amistad. Pero no puedo negar que me reafirmo en mi decisión todos los días.

Mi familia y amigos cercanos apoyan mi decisión de dejar la profesión legal por la de bibliotecaria. La mayoría de las personas fuera de mi círculo se sorprenden cuando les digo que estoy en transición. No pueden entender por qué prefiero ganar menos dinero o tener una profesión menos “glamorosa”.

Considero los últimos siete meses como las vacaciones que no me había tomado en muchos años. Cuando nos mudamos a la Florida me dediqué a ayudar a mi esposo y mis hijos en la transición a nuestra nueva vida. Por primera vez pude envolverme de lleno en las actividades de la escuela y conocer a los maestros y otros padres. Mis hijos me buscan entre el público en sus actividades, me preguntan qué día me toca trabajar en la escuela, cuentan conmigo siempre. Mantengo mi casa como siempre quise y nunca tuve tiempo. Todo eso me da una satisfacción increíble. Una que no había sentido fuera de la estrata laboral durante muchos años.

La Maestría en Bibliotecología es mi nueva meta. El Huracán María retrasó mi solicitud al programa, pero eso es poco en comparación con lo que ha sufrido el resto de los puertorriqueños. En paralelo a lo que hice hace doce años, mientras estudiaba derecho, comencé a trabajar en la biblioteca de la escuela de mi hijo como voluntaria. Hace unas semanas obtuve una posición temporera para cubrir la maternidad de una bibliotecaria en otra escuela. Así comienza mi transición a una nueva profesión. Me siento rejuvenecida, motivada, inspirada y retada una vez más.

 

Twitter: @NoeliaEMartinez,

Instagram: yanlya

Email: noeliaemartinez@gmail.com

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