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Hacer visible lo invisible


Leo en algunos mensajes que aparecen en Facebook: conseguiremos erradicar la violencia de género, la violencia contra la mujer por el hecho de ser mujer, cuando consideremos que somos seres humanos. Con otras palabras, quien escribe esto está señalando la esencia del problema: todos los seres humanos, es decir, las personas, somos iguales en libertad, dignidad, igualdad. Así es. Y para razonar tal afirmación solamente es preciso tener en cuenta: a) que todo ser humano es persona, ser racional y libre; b) y que por serlo la igualdad se impone. No importa que uno sea alto o bajo, rubio o moreno, cobrizo o amarillo, blanco o negro, con cultura o sin ella, hombre o mujer: todos somos iguales, porque todos somos personas, seres racionales y, por consiguiente, libres.

¿Por qué una realidad tan evidente –igualdad entre todos los seres humanos- resulta conculcada con tanta facilidad en todas las partes del mundo? ¿Por qué debemos estar defendiendo con ahínco y rotundidad esa igualdad cuando es palpable apenas abramos los ojos? No voy a insistir, ya me he referido a ello en varias ocasiones en estas páginas, al sistema patriarcal-machista que está instalado en la cultura y que esa cultura transmite. Pero voy a insistir en dos cuestiones que a veces se olvidan y que considero importantes para logar que la igualdad sea algo real en la sociedad.

En primer lugar, “la invisibilidad”. Tan hondamente hunde sus raciones el pensamiento machista en la sociedad, que “se inviabiliza”. Es decir, parece formar parte de la realidad, de las relaciones personales, de las conductas que no se visibiliza como elemento perturbador. Y lo es, porque sin igualdad no existe la sociedad como tal. Y ya se encarga el pensamiento patriarcal-machista que buscar esa invisibilidad para no ser detectado, señalado como algo negativo, como algo negador de los valores universales.

Y esa “invisibilidad” se aprovecha de “la normalidad”, Me explico. Determinadas conductas machistas son acogidas por la sociedad como “algo normal”; es decir, como algo consustancial, como algo que hay que admitir… ¡las cosas con así! Por ejemplo, cuando se admite que el hombre por ser superior debe ocupar los puestos calves de la sociedad, y nada se hace para contradecirlo, para exigir la igualdad, está convirtiendo la desigualdad en “normalidad”

Es cierto que hacer visible “el machismo”, señalar como anormal lo que es anormal, nos va a costar tiempo, mucho tiempo. ¡La cultura machista no ha permeabilizado la sociedad en un plis-plasm lo ha hecho a lo largo de los siglos! Nos va a costar tiempo y esfuerzo. Porque quien se siente preeminente, no va a permitir que se le derribe de su pedestal con facilidad.

Y me voy a permitir señalar que esta revista, que acoge benignamente mis líneas, es un instrumento eficaz para visibilizar la igualdad y para hacerla “normal”. ¿Por qué? Porque al reseñar el valor de las mujeres está haciendo ver a la sociedad su importancia y aportación al progreso. Porque no habrá que rebuscar en los rincones de la historia hechos reseñables de una mujer: aparecen por doquier si abrimos los ojos a nuestro alrededor.

 

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