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Aventura en el Tanamá


Mujeres con Visión celebró su aventura en el Tanamá el pasado 3 de septiembre de 2017 con el auspicio de Extremos P.R. Nuestras participantes fueron escogidas en un sorteo realizado en www.mujeresconvision.com. Ninguna de ellas había tenido la oportunidad de visitar el Tanamá y habían sido informadas de antemano sobre la dificultad del terreno que encontraríamos. Pero, como sabemos, el término ‘dificultad’ es sumamente relativo…

Llegamos al punto de encuentro en la PR-129 donde nos esperaban nuestros guías de Extremos P.R. y nos pusimos en camino al punto de partida: la entrada del Observatorio de Arecibo. Cuando nos informaron del lugar, supimos que parte de nuestra aventura incluiría caminar monte abajo y monte arriba. El cielo estaba despejado y el sol brillaba, así que los árboles que cubrían el camino serían una bendición de frescura. Claro está, no pensamos en la humedad.

Luego de las instrucciones de rigor y de ponernos el equipo de seguridad (muchos pudimos utilizar un equipo provisto por Ríos, Charcas y Cascadas de Puerto Rico), comenzamos el descenso al río. Es necesario aclarar que los guías fueron muy honestos y nos dijeron que la travesía de entrada era de aproximadamente una hora y 45 minutos y la de salida de al menos dos horas, así que nadie iba desprevenido. Bajamos, bajamos, bajaaaaaaaaamos…

La bendición de la sombra en esa mañana calurosa nos ayudó a enfrentar la humedad salvaje que nos derretía a cada paso, literalmente. Esto es, aún cuando la temperatura era bastante fresca, el sudor era abundante, lo cual traía el primer reto: tomar suficiente agua. Agraciadamente, pudimos recargar en un manantial cercano al río.

La bajada hizo algo más que proveernos la oportunidad de calentar motores. Los resbalones, chistes y comentarios sobre lo que veíamos sirvieron para comenzar a establecer lazos en el grupo. La importancia de esos lazos sería evidente más adelante, cuando el Tanamá decidió bailar un Jarabe Tapatío con nuestros cuerpos.

Una vez en el río comenzamos los cruces que serían frecuentes a lo largo de toda la travesía. El agua fría proveyó un alivio al calor opresor y nos alentó a disfrutar los paisajes. El río Tanamá es una maravilla de la naturaleza, una ventana a los deleites del ecosistema que representa el carso del norte. Además de la vegetación exuberante y la fauna diversa, esta área se caracteriza por formaciones rocosas peculiares que presentan paredes altas y escabrosas, hundimientos en la corteza, cavernas y agua percolando los lados y techos de las formaciones.

Cruzamos el río en un lugar donde se escuchaba el agua caer fuertemente del otro lado y los guías nos indicaron que en ese punto saltaríamos al agua. Aunque es un salto bastante bajo, no faltaron los suspiros e incertidumbres. Poco a fuimos fuimos desfilando hasta el borde y dando el salto. Ninguna de nosotras quedó igual luego del mismo. Fue como lograr un pequeño triunfo, como vencer uno de esos miedos que muchas tenemos a las alturas y lo incierto. ¡Todas lo hicimos y todas lo disfrutamos! Hasta hubo tres que regresaron para un segundo chapuzón… Tal fue nuestro ánimo al acercarnos a la primera cueva.

El guano en el piso de la caverna era resbaloso debido a la humedad. En este lugar es imprescindible llevar lámpara, ya que la luz desaparece en la primera esquina y todo se pone del negro más profundo. Subimos piedras y vadeamos el río hasta llegar a un pasadizo que requería aguantarse de la piedra en todo momento para evitar que la corriente te lleve. No es que el río sea peligroso en ese lugar, es que baja rápido y llano, y las rocas pueden producir golpes de cuidado si te sueltas. Afortunadamente, nuestros guías nos llevaron paso a paso y pudimos salir al otro lado sin mayores problemas. La salida fue espectacular, con la bóveda abriéndose hasta el arco final y mostrando la gloriosa mezcla del paisaje subterráneo y la jungla lluviosa.

Seguimos río abajo hasta la segunda cueva, llamada las Lágrimas porque el agua que sale de las rocas cae por toda su entrada y salida. Los guías nos indicaron que estaba tapada, así que aprovechamos para almorzar y proseguir hasta la tercera cueva. Rellenamos agua en la salida de las Lágrimas y luego de un buen tramo caminando nos topamos con nuestra cueva final.

¡Qué espectáculo! En esta cueva pudimos nadar desde el principio por un pasillo amplio y tranquilo. Al fondo podíamos ver la pequeña ventana que formaba la salida. Íbamos riendo, descansando y admirando la sombría belleza de la cueva. En algún momento caímos en silencio y nos dedicamos a escuchar nuestra respiración haciendo eco del agua del río y la que caía de las piedras. Al final pudimos darnos la vuelta y admirar como el techo de sombra de la cueva se convertía en el techo azul y verde del bosque. Entonces se nos acabó la peseta…

Nuestros guías nos indicaron que el recorrido en el río había terminado y que era hora de salir. Todavía guardábamos la esperanza de que la vuelta al Observatorio no fuera tan difícil, que por alguna razón estuviéramos más cerca de nuestro destino. Pero nada que ver, hubo que “jalar patas” monte arriba durante minutos y minutos. Cansadas y un poco magulladas por el río, no nos quedó de otra que ponernos a cantar, hacer chistes o simplemente gritar la primera locura que se nos venía a la mente. Nuestros guías se unieron al revolú y así pasamos las horas trepando el monte.

Llegamos al Observatorio rayando la noche. Nos acercamos al área de nuestro vehículos para repasar las matás y cantazos del día, reírnos de los eventos y apreciar lo que el esfuerzo nos permitió lograr. Ab-so-lu-ta-men-te cansadas, pudimos darnos cuenta de la dicha que produce ser parte de una aventura que nos saca del diario vivir, nos transporta a un mundo realmente mágico, nos lleva al límite de nuestras fuerzas y nos permite unirnos para que cada persona en el grupo logre la meta.

El Tanamá cobró el precio de su grandeza. Pagamos el importe con todo el placer del mundo porque durante esas horas vivimos plenamente y sentimos nuestros cuerpos ir más allá de sus lugares de costumbre. Ningún cansancio puede borrar las imágenes del majestuoso río, las bocas negras de las cavernas, las paredes escarpadas y las lágrimas de vida que brotan de las piedras.

¡En el Tanamá nos hicimos millonarias!

 

Mira el video de nuestra aventura:

 

Mujeres con Visión agradece a los guías de Extremos P.R., ejemplos de tesón, camaradería y muuuuuuuuuuuucha paciencia, a las Mujeres con Visión que dijeron sí al reto y lo cumplieron, y a Ríos, Charcas y Cascadas de Puerto Rico por proveer parte del equipo. ¡Gracias por esta magnífica aventura en nuestro Puerto Rico!

Guías de Extremos P.R.:

Migdalia Rivera Sáez

Joel Del Valle

Iris Escobar

David De Jesús

Para más información sobre los proveedores de aventuras participantes, visítalos en:

 

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