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La carga tóxica


Siempre he buscado la forma “saludable” de mantener mi peso y alimentar mi familia, obteniendo muchísima desilusión en esta búsqueda porque durante décadas vienen cambiando los muñequitos. Se descubrió que la carne roja hace daño. Luego que el agua embotellada expuesta a cambios de temperatura en un envase plástico (el mismito en el que te la venden) causa cáncer, que los peces están sobrecargados de mercurio y que los criados en granjas están sobresaturados de antibióticos. El pollo es criado en granjas que atentan contra nuestra salud por la gran carga tóxica producto de su alimentación y de la gran cantidad de antibióticos que necesitan darle para mantenerlos vivos y “saludables”, práctica que se repite con cerditos y vacas. Finalmente, ni el consumo del huevo es saludable por la cantidad de grasa y, en resumidas cuentas, resulta que no venimos bien equipados para procesar alimentos que proceden de animales y que nuestro cuerpo no necesita la leche de vaca como vienen pregonando desde mi infancia. Y entonces, ¿qué como y cómo como? ¿Lo que consuma tendrá que venir de Marte?

Yo decidí re-aprender. Así como sucede con todo cambio, esos primeros tres meses fueron el Niágara en bicicleta. No era que no existieran alternativas, es que deshacerse de la costumbre y forma de pensar da mucho trabajo. Antes, pensaba primero qué carne comería y luego elegía los complementos para esa carne. Pero ahora no tengo carne… ¿Cuál es el centro de mi cena? Decidí educarme para comenzar con una dieta balanceada y sin deficiencias. También tenía todas las dudas del mundo de cuándo comprar, cuánto servir, qué necesidad y la bendita proteína que se nos ha comercializado como si fuera exclusivo de una vaca.

Hace dos años y medio que no he consumido animales para alimentarme y/o vestirme. Mis indicadores en sangre, presión, azúcar están por el libro. Bueno, por el libro de una persona excelentemente saludable, no en promedio con mi edad. Me siento muy bien pero sigue preocupándome la carga tóxica que hasta hace poco parecía inevitable. Siento que al eliminar los productos animales de mi dieta le he regalado mucha energía a mi vida. ¿Pero es este cambio suficiente? ¿Sabes que el bloqueador solar y el repelente de mosquitos causan daño permanente en tu memoria y otras áreas de tu cuerpo? ¿Sabes los químicos que contienen tu shampoo, acondicionador, jabón de bañarte, jabón de fregar, de limpiar, detergentes de lavar ropa? Yo encontré cómo reducir mi carga tóxica.

¿Alguna vez te preguntaste cómo tu abuela perfumaba la ropa, removía manchas y se lavaba el cabello sin los químicos que hoy tenemos? ¿Te has preguntado cuáles flores u hojas usaba para resolver dolamas del día a día? He puesto en práctica el uso de productos orgánicos para cuidar mi salud y atender la limpieza personal, de la casa, de la ropa y hasta mi jardín. Es más, hasta mis perras usan repelente de pulgas basados en aceites esenciales.

Ahora tenemos a la mano aceites esenciales de grado terapéutico que nos permiten usar esas mismas técnicas, recetas y remedios para ayudarnos a vivir plenamente. Yo quiero para mí y mi familia una larga vida, pero también quiero calidad de vida. Quiero compartir todo lo que esté a mi alcance para ayudarme y ayudar a otros a mantener el cuerpo, la vitalidad y energía; porque eso es salud. ¿Qué harás tú?

Para más información contáctame en http://mydoterra.com/lourdesncruz

 

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