Historia para nunca olvidar: La sombrilla
Soy la menor de seis hermanos y dicen los mayores que nunca vieron a alguien tan inquieto como yo. Ciertamente no fui fanática de la televisión, ni siquiera para ver los programas infantiles. Así que siempre estaba físicamente activa o creando e inventando.
Era una hermosa tarde de mayo cuando mi mamá nos trajo unos regalitos. Había terminado un semestre de maestría y me trajo una hermosa sombrilla. Yo tenía como cuatro años de edad. Una vez me hizo las advertencias de rigor sobre la seguridad y manejo, me la entregó. Todos se sentaron alrededor de ella abriendo los detallitos, preguntándole sobre los exámenes finales y presentaciones, mientras yo me ensimismé en mi fantasía y salí a dar un paseo por las calles.
La sombrilla era de tela, como esa que usan las mujeres en las pinturas de Monet. Tenía un estampado de flores de color rosa sutil, algunos detalles de las hojas verdes y toda la orilla con un hermoso encaje. Seguí caminando con mi sombrilla de sol, cantando e imaginando personajes como solo Alicia en el país de las maravillas puede describir.
El policía y vecino, Don Sergio Morales, se encontraba en su día libre haciendo tareas frente a su casa. Le estuvo curioso verme caminar en medio de la carretera. Me vio darle vueltas y vueltas a la sombrilla y seguir mi propio rumbo. Observó que mis padres y hermanos no estaban cerca. Un auto deportivo se avecinaba a excesiva velocidad y él se percató de que estaba en verdadero riego. Gritó, pero mis amigos imaginarios y la percepción de los colores en movimiento me tenían muy ocupada para escuchar. Don Sergio gritó nuevamente y yo seguía entretenida en mi nuevo mundo de colores. Don Sergio corrió a toda velocidad mientras el auto se acercaba sin percatarse de mi presencia y sin disminuir la marcha. Don Sergio brincó, recogiéndome entre sus brazos y luego de unos segundos en el aire, dimos varias vueltas en el pavimento, mientras el auto siguió.
Todos los vecinos, incluyendo mi familia, estaban afuera con expresiones de fatalidad cuando Don Sergio se levantó del piso y me ayudó a levantarme. Huelga decir que jamás solté mi sombrilla. Yo estaba ilesa y perpleja, y mi madre me recogió desesperada. Apenas pude agradecerle a Don Sergio lo que hizo por mí hasta que era una jovencita de 8 años. Para ese entonces, consciente de que estaba viva gracias a él y que él arriesgó su vida por mí, le di un abrazo y le dije: “Gracias por arriesgar su vida por mí”.
Aún encuentro bellas las sombrillas de sol. Me encantan los cuadros y fotos que las incluyen como foco de interés. Oscar-Claude Monet me conquistó desde muy corta edad gracias a sus pinturas con sombrillas y campos primaverales. Aún me entretengo y las admiro mucho, y con ellas siempre recuerdo a Don Sergio y su entrega para con el prójimo.