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Hombres blancos


La jefatura de Donald Trump ha dado mucho que hablar en todo el mundo. Sus constantes errores o mentiras, las políticas a medio cocer y las fallas en el Congreso y la política exterior son la comidilla de la prensa y el pueblo. En el plano doméstico, su misoginia patente es tema de conversación entre lxs interesadxs, tanto por lo burda como por lo mediática.

En Puerto Rico, donde los resquicios de la política en Washington siempre nos arrojan vendavales de consecuencias, permanecemos en una ignorancia auto-infligida que a largo plazo hará que esos vendavales sean huracanes mortíferos. Ya tuvimos una prueba con el fin de las 936 y la debacle financiera de finales de la década pasada. Ahora recogemos el fruto de políticas de aquí y de allá que, junto a una serie de malas decisiones apresuradas por los políticos locales, han logrado llevar a Puerto Rico a una bancarrota real y a tener que tragarse la muy mentada ‘píldora amarga’ que en el pasado quisimos evitar.

Ante ese cuadro financiero tan devastador, muy pocxs tienen el tiempo para sentarse a pensar en las consecuencias de políticas de género que se cocinan en la metrópoli y que pueden cambiar de forma significativa la ecuación actual. La realidad es que el giro de los Estados Unidos hacia una derecha ultra conservadora nunca presagia adelantos en los asuntos que tienen que ver con el género.

Si bien es cierto que nuestro sistema político no permite que se cuestionen o cambien las decisiones tomadas en Washington, también es cierto que la falta de educación y lucha en el frente del género puede convertir algo temporero en permanente, o al menos en algo de largo plazo. Por eso es tan importante que tomemos la iniciativa ahora, mientras está pasando, para que nada de eso quede permanentemente dentro de nuestro sistema legal y político.

Entiendo que la Casa Blanca no está tan perdida en el bosque como muchos creen. Por más torpe que sea Trump, es imposible creer que todos los que están allí sean incapaces de ver el impacto que están causando en el sistema socio-político. No. Creo que ese tipo de actuaciones, que causan tanto impacto por burdas, son realmente acciones muy bien pensadas para lograr el mayor impacto mediático posible y para, en la era de las noticias por Facebook, dejar las mentes impregnadas de medias verdades y falsedades totales.

¿Por qué un gobernante querría mentir o parecer loco a propósito? Porque la historia prueba una y otra vez que lo importante es que la gente sepa tu nombre, lo repita hasta la saciedad y piense en ti a cada momento. La política (ganar elecciones) es un juego distinto a la realidad. Hillary ganó la elecciones y Trump es el presidente. La Casa Blanca sabe que en cuatro años no importará lo que se haya dicho o hecho ahora, lo que importará es que la misma gente que votó por ti ahora lo haga en ese momento. ¿Y cómo se logra eso? Haciendo las mismas locuras que dijiste durante tu campaña, hablando al oído de los que solo escuchan trompetas celestiales en tus sandeces. Así se ganan las elecciones del 2020 y ganar esas elecciones es lo único que importa ahora.

Mientras tanto, acá en la “ínsula sufritaria”, seguimos engañándonos con la esperanza de que alguien, de allá o de acá, resolverá la crisis sin que nos cueste tanto. No vemos que lo que ahora no defendemos puede convertirse en lo que suframos por muchos años. Cada lucha que no se da ahora contribuye a que nuestros próximos gobiernos sean escogidos por quieres obtienen su información de Facebook. Ese prospecto es aterrador y esa, definitivamente, no es la forma de correr un país.

 

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