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Apreciando mi valor un día a la vez


Tan solo tenía 15 años, el inicio de la flor de la vida, la edad de descubrir el mundo. Solía escuchar a los mayores decir que era la mejor etapa de toda tu vida, pero a mi vida llegó fue la típica pregunta: ¿Por qué a mí? ¿Por qué yo? Es demasiado temprano. ¿A mis 15 años? ¿De verdad?


Todo comenzó cuando por primera vez a mis oídos llegaron las palabras que a cualquiera o a la mayoría les asusta escuchar: Discapacidad y Condición. Mis oídos y mi mente no entendían mucho ese término, era un término que creían muy lejano. Y así como fue llegando esa palabra a mi realidad, me adentraba a un mundo que me resignaba a aceptar.


La primera vez que escuché sobre mi Condición fue realmente aterrador, principalmente porque me hice la típica pregunta del que dirán los demás y solo su nombre me hacía sentir un miedo intenso. Tal vez se pregunten qué podrá ser tan grave. Les invito a respirar antes de leerlo porque no creo ser la única que lo ve aterrador la primera vez que lo lee o escucha ¿Listos? Aquí va: Discapacidad Intelectual.


Lo primero que vino a mi mente cuando escuché de su existencia y además que vive dentro de mí fue miedo. Si, miedo. ¿a quién no, cierto? Se preguntarán, pero ¿qué es la discapacidad intelectual? No podría dejar de explicarles. La Discapacidad Intelectual es una condición cognitiva antes conocida como retraso mental, es un término que se usa cuando una persona tiene ciertas limitaciones en su funcionamiento mental y en habilidades tales como aquéllas de la comunicación, cuidado personal, y destrezas sociales. En mí, la discapacidad intelectual vive de una manera que poco a poco fui conociendo, mi aprendizaje camina despacio, puedo hacer todo lo que quiero, pero a un ritmo mucho mas lento que del resto de las personas que están alrededor de mí.


Al principio me costo mucho aceptarla, me sentía la chica que no podría lograr nada por ser mas ‘’ lenta ‘’ que el resto. Sin embargo, a mi vida llegaron oportunidades que me dieron una bofetada de entendimiento puro, me fui abriendo a mí misma y fui buscando maneras de comenzar a vivir a plenitud con esta condición tan mía que se volvió mi mejor amiga, pude conocer mi valor, pero tomó tiempo para que eso sucediera. Cuando finalmente acepté mi Condición, ya no era aterradora, era una rosa para mí.


Luego de un año de vivir consciente de mi condición día tras día, llegó a mi vida otra noticia que igualmente me marcó, el diagnóstico de una segunda discapacidad o condición. Ese día sentí que el tiempo había retrocedido y me había llevado a aquel momento en el que no entendía el por qué y me hice las mismas preguntas ¿Por qué yo? ¿Por qué a mí? Las lágrimas por supuesto no faltaron. Esta nueva condición que había llegado a mi vida era aún más fuerte de escuchar. Tiene un nombre que en ese momento me daba terror. Una vez más, respiren conmigo antes de mencionarla, aquí les va: Discapacidad Auditiva. El miedo me vencía en ese momento, era realmente aterrador volver a pasar por lo mismo. Pero por alguna razón la vida me había preparado para esto, esta vez no dejé a mis emociones caer tan bajo, lo hice por mí misma.


Recuerdo haberme sentado debajo de un árbol y pensar: Has sido valiente con tu primera condición. ¿Por qué no lo serias con esta? Entonces agarré la mochila de mi valentía y la volví a cargar conmigo. Desde ese día aprendí a vivir con ambas condiciones y hoy, a mis 22 años, vivo con ellas y las guardo como el mayor tesoro que tengo, porque al final, son parte de mi alma y mi existencia en este mundo para avanzar.


Gracias por haber llegado a mi vida y hacerme ver mi propio valor día a día.


María Paula Pineda.

Instagram @maripaulapineda








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