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Solidaria con la verdad


Existen tantas buenas causas, por la cual muchos luchan. Y aunque admiro a todo el que apoya una buena causa, a veces pienso que primero debemos ser solidarios con nosotros mismos.

Durante mi vida he pensado lo importante que es apoyar a los niños y asegurar que tengan las mejores oportunidades de crecimiento, desarrollo y educación, sintiendo amor y armonía. Pienso que un niño con una crianza balanceada, podrá ser mejor ciudadano y ejemplo. Hace como 25 años comencé a ayudar algunos grupos de niños, y aunque era divertido, me di cuenta que algo en mi necesitaba ser resuelto.

Acepté una verdad, no estaba lista para dar lo que no tenía, y fui solidaria conmigo misma. Comencé a trabajar, identificando que me hacía feliz y que me daba coraje, buscando como decidía que algo me causaba felicidad o coraje. A pesar de estar encontrando verdades y resolviendo enigmas, daba otra vuelta para encontrar que quedaba más por indagar.

Me di cuenta que para ayudar a los niños, tenía que primero sentirme en armonía y ser más estable emocionalmente. Así descubrí una variedad de técnicas, como la meditación, los cristales, la respiración, la escritura, el reiki, la sanación pránica, los aceites esenciales, el mar, los bosques, la hipnosis, el Brain Gym®, la lectura, el baile, la buena alimentación, Hemisync®. Descubrí que podía y debía estar conectada conmigo y mi ser. Al ser solidaria conmigo, fui conociendo personas que me encaminaron a descubrir mi verdad: puedo ser un mejor ser humano cuando acepto y me amo como soy. Al aceptarme como soy, crezco y mejoro.

Según me voy sintiendo a gusto con lo que descubro, me doy cuenta que todo tiene una razón de ser. Me doy cuenta que si abro mi mente y permito fluir, lo que llega a mi vida es cada vez mejor.

Han pasado fácilmente 25 años desde que acepté ser solidaria con mi verdad. Ahora que me siento en armonía, estoy lista para apoyar a otros. Esta vez, en vez de ayudar a los niños, llegué sin buscar, a ayudar a adultos sin techo. La lección ha sido inmensa, pues he visto que el que toma la decisión de ser solidario con la verdad, puede descubrir que necesita ayuda y aceptar que puede mejorar. A través de mis conversaciones con varias mujeres y hombres sin techo, he descubierto que al final del camino todos somos iguales, personas que deseamos sentir amor, seguridad, felicidad, salud y bienestar.

Los que deciden esconder la verdad, se tardan más en lograr la felicidad. Antes de dar tu energía a otro, asegúrate de estar al 100%. Apoya tu causa, apoya tu verdad. Trabaja contigo mismo y luego podrás ayudar a los demás.

 

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