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Historia de una fotógrafa aficionada: Huellas


Jamás imaginé que hacerle una simple pregunta a una niña su respuesta provocaría una avalancha de sentimientos encontrados en mi interior.

Remontarnos a la infancia genera una nostalgia indescriptible. Afloran los recuerdos de momentos felices y nos invade una sensación de seguridad y amor incondicional que nos brindaban nuestros padres. ¿Quién no ha anhelado en determinado momento regresar a su niñez?

Pero, si fuera todo lo contrario. Si por el recorrido del camino de nuestra niñez nos acompañó una psiquis lastimada e inestable. Y si justamente en ese momento existencial donde comenzamos a buscar nuestro camino, nuestra brújula es saboteada y perdemos nuestro norte, extraviando a nuestro ser único, libre e independiente. Y si esa psiquis enferma nos ubica en su norte y nos transforma en una oportunidad para alcanzar sus sueños, ilusiones y metas tronchadas. Y si simplemente nos aplastan por rebeldía a la vida, y nos enajenan de nuestro ser y anulan nuestra metamorfosis.

En nuestro viaje por la vida toda experiencia queda grabada como huella indeleble. Muchas de esas huellas son formadas en nuestra niñez. En ocasiones nos preguntamos por qué tuvimos que pasar por esas experiencias que laceraron nuestro ser. Al pasar del tiempo nuestro ser comienza a mirar esa psiquis enferma con amor y compasión. Permitiendo que se manifieste esa conexión sublime y mística que existe entre padres e hijos, dando paso a un proceso de perdón y sanación.

Entonces comenzamos a reparar nuestra brújula y retomamos nuestro norte. Y nos reencontramos con ese ser único, libre e independiente que habíamos extraviado. Y resurge nuestra metamorfosis. La vida, nuestra vida no será el resultado de lo que nos haya pasado; esa vida que queremos será el resultado de cómo transformamos a nuestro favor lo que hemos enfrentado. Soy libre, única e independiente.

Mi pregunta a la niña que se me acercó: ¿Qué quieres?

Su respuesta: "Quiero una familia."

En ese momento se acercó una monja, me miró, tomó la mano de la niña y se marcharon. Entonces pude comprender sus palabras.

 

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