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Lo que perdí por pelos

En muchos hogares ocurre que no existe la educación sexual. Nadie te lleva de la mano o te guía para saber que conductas en cuanto a la sexualidad son aceptables en la sociedad o no. Ante esta deficiencia de información, la escuela, las novelas, películas y los amigxs se vuelven el

conocimiento y los parámetros de que se debe hacer. Y entonces, ¿a quién creo? ¿Cómo determino que es o no es lo que debo hacer?

Ante esta situación de desconocimiento comencé a crear una visión de lo que era correcto en la sociedad, pero la verdad que nunca me gustó.


En mi mente, y lo que pensaba que también era aceptado, una mujer limpia y “digna” de tener pareja o estar con un hombre debía estar depilada. Era lo que escuchaba de compañerxs, lo que cantaban los artistas que escuchaba y lo que tal vez una o dos veces pude ver en videos pornos (nunca me atreví a ver muchos, ¡era pecado!) Así que para continuar esa línea de pensamiento debía asegurarme que mis “partes” estuvieran “asicalás”, pero guess what? Me atemorizaba la idea de pasar una navaja allá abajo y mucho menos cera. ¡Qué horror!

Por este temor opté no hacerlo, no enfrentar ese miedo. ¿Qué provocó esto? Una inseguridad, desamor y poca apreciación a mi cuerpo, a la esencia de ser mujer. Recuerdo tal vez dos o tres veces que me atreví a mirar mi cuerpo, y en ninguna de esas pensar que hermosa soy, me amo, nunca me dije esas palabras.


En los “encuentros amorosos” no me sentía segura ni confiada de mi misma y entonces ahora analizo, ¿habré perdido el amor de mi vida por PELOS? ¿Cómo me hubiera comportado si me hubiera aceptado tal y como era? ¿Cuál hubiera sido la reacción de algún hombre ante una imagen poco tradicional de la intimidad de una mujer?


Ninguna de estas preguntas podré contestarlas. Si puedo decir que me tomó tiempo, terapia y gente que realmente me amó para dejar los complejos y amarme tal y como la naturaleza me hizo. Me tomó lágrimas entender que la persona que quiera compartir conmigo lo hará independientemente la tenga tan pelúa como las amazonas o tan depilada como una barbie.


Gracias a este tiempo hoy me siento segura de decir que ninguna sociedad va a determinar si me quito pelos de mi cuerpo o no. He decidido, como muchas otras mujeres, no afeitármela o depilármela y me siento mejor que nunca. Me siento poderosa, confiada, decidida, valiente y fuerte, algo que hace tiempo por culpa de algunos cuantos PELOS no sentía.

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