Gritos en el cielo, y en la Tierra actos
Va de poesía. Me gusta la poesía. Y me gusta porque suele ser aquello que sentimos muy dentro de nosotros y que aflora para los demás en palabras, en sentimientos. Leo mucha poesía. Para cogeré fuerzas y decir lo que siento; para vencer timideces y recordar verdades que duelen. Para sentir que verdad y belleza van estrechamente de la mano.
Y cuando siento dentro de mí el dolor de la injusticia, de tanta cobardía ante lo que hay que cambiar para que la humanidad sea humanidad y no remedo de ella, recurro a unos versos de Gabriel Celaya. Versos que leí en mi juventud, en aquellos años que sentía sobre mí la opresión de la falta de libertad por la dictadura. Y son versos que resucitan en mi corazón ante las injusticias y desigualdades que golpean a la humanidad y que pretenden destrozarla.
Unos versos que dicen:
“Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.
Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse..
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas personales, me ensancho.
No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.
Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos”
Somos lo que somos: iguales en dignidad. Son gritos en el cielo: basta ya de desigualdades. Y en la tierra actos: visibilidad la igualdad y la dignidad de la mujer en todos los aspectos de la vida de la sociedad y de la humanidad.
No acaba aquí la evocación de la poesía. Esta vez de la mano de las palabras de Pedro Salinas. Unos versos que fortalecen nuestras vidas ante la certeza de una realidad: otro ser me está queriendo con su voz y sus ojos.
“Que alegría vivir, sintiéndose querido.
Rendirse
A la gran certidumbre, oscuramente de que
otro ser,
Fuera de mi, muy lejos, me esta viviendo,
Que hay otro ser por el que miro el mundo,
Porque me esta queriendo con sus ojos,
Que hay otra voz con la que digo cosas
no sospechadas por mi gran silencio,
Es que también me quiere con su voz”
Y como lo siento, lo escribe: siento esa voz y esos ojos queriéndome en esta revista en la que escribo. Porque “Mujeres con Visión” me muestran la realidad de una igualdad y dignidad que nos hace a todos los que componemos la humanidad, más dignos, más libres… ¡más humanos!