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La otra navidad


En época de fiestas navideñas pensamos, como es normal, que todo es paz y alegría. Eso es muy positivo en estos momentos, ya que durante todo el año escuchamos miles de noticias negativas de todo tipo. Por eso, al llegar la Navidad, nosotros nos vamos de fiesta. Pero, ¿qué pasaría si no puedes alejarte de los problemas? ¿Qué pensarías si tus navidades estuvieran rodeadas de problemas, enfermedad, dolor y muerte? ¿Y qué tal si así fueran TODAS tus navidades, años tras año durante 30 años?

Bienvenida al mundo de las enfermeras. Mientras nosotras estamos de fiesta y disfrutando, ellas viven otro tipo de Navidad. La diferencia con algunas de nosotras, que tenemos episodios negativos durante el período (muertes de familiares, enfermedades cercanas o personales, etc.), es que ellas trabajan viendo cientos de esos casos diariamente, todo el año. Las enfermedades y la muerte no toman vacaciones, y las enfermeras tampoco.

Cuando una se enfrenta a las realidades tristes y desgarradoras de la vida, y lo hace como parte de su trabajo, el nivel de fortaleza y dedicación que se va desarrollando hace palidecer el de otros trabajos que pueden parecer más difíciles o que requieren más horas. Las emociones positivas con las provocadas cuando un enfermo es dado de alta o se salva una vida pueden venir acompañadas de la muerte de una bebé o de un joven con toda su vida por delante. Ese sube y baja de emociones puede tener un efecto devastador en personas que no tengan el temple para realizar su trabajo independientemente de las circunstancias. Por ello es tan importante el entrenamiento recibido y la experiencia obtenida por las enfermeras. Ellas tienen que ser psicólogas, mediadoras, paños de lágrimas, confidentes y muchísimas cosas más, a veces todas el mismo día.

En nuestras conversaciones y entrevistas para este número, pudimos constatar que las enfermeras ejercen su oficio más por vocación que por obligación. Las más experimentadas añaden una sabiduría sobre la vida y el ser humano que muy pocos conocemos. Nuestras dos enfermeras destacadas en la portada, Jacqueline Rivera y Miriam Zaragoza, son ejemplo de mujeres con vocación. Ambas confiesan amar la profesión desde pequeñas, ya sea por su amor a los niños o animales, o por su fe en Dios y la oportunidad de servir al prójimo.

Jacqueline y Miriam son nuestras Mujeres con Visión, porque reúnen esa sustancia intangible que forma el verdadero carácter, esa entrega que no ceja aún en las peores circunstancias y ese amor esperanzador que nos alienta en nuestros peores momentos. Hay muchas como ellas a través de nuestra Isla. Esta Navidad, cuando estemos envueltas en fiestas y felicidad, recordemos que ellas están allí en sus trabajos, listas para dar lo mejor de sí mismas a quienes lo necesitan.

Si tienes una amiga o familiar enfermera, dale las gracias y abrázala. Si no la tienes, deja tu mensaje para ellas en nuestros artículos. Reconozcamos que ellas ven salud, paz, servicio, esperanza y amor en lugares donde otras solo vemos dolor, enfermedad y muerte. Nuestras enfermeras son verdaderas mujeres con visión.

 

Nota:

En nuestro número de diciembre tocamos el tema de las mujeres que trabajan mientras otras festejamos. Las referencias a las mujeres, tanto las que entrevistamos como las que nos han dado información para nuestros artículos, es porque deseamos destacar el rol femenino en esta época. Sin embargo, reconocemos que tanto mujeres como hombres realizan estos trabajos y que ambos géneros deben ser encomiados por esa labor. Por ello, vaya nuestro aprecio y admiración a toda mujer y hombre que dedica su vida al servicio de los demás.

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